El vuelo de Madrid a Lima nos reservaba una pequeña sorpresa: el avión, un moderno airbus 340, cuenta con una cámara instalada en el timón vertical, que permite ver en la pantalla el exterior del avión sin necesidad de mirar por la ventanilla. Con eso puede disfrutarse de las mejores vistas durante las etapas de despegue y aterrizaje, porque el resto del viaje no presenta una imagen muy detallada.

Cuando se llega a Sudamérica, se entra por la Guyana francesa y se atraviesa toda la amazonía muchas veces por encima del río amazonas, que presenta una anchura de más de 4 kilómetros de anchura. Sorprende apreciar el enramado de ríos, meandros e islas que presenta un aspecto laberíntico. Otra grata sorpresa es apreciar que la selva todavía existe durante los más de 2.000 km del recorrido aéreo, sin embargo aparecen algunos grandes claros, una veces asociados a poblaciones (y consecuente devastación) y otras veces seguramente debidos a incendios naturales.

La plaza de armas de Lima, mantiene un cuidado aspecto colonial, a pesar de las continuas destrucciones por los terremotos, La fuente de bronce, es el único elemento que ha perdurado de la llegada de los españoles.

La iglesia de San Francisco es una de las escasas construcciones que ha soportado todos los seísmos posiblemente gracias a unos extraños pozos de absorción que pueden visitarse en la cripta, que también contiene una macabra colección de huesos humanos ordenados, resultado de la excavación de las tumbas que formaban el cementerio que estaba ubicado debajo de la iglesia.

Frente a San Francisco, una pequeña plaza es un remanso de paz en el centro de la ciudad. Obsérvese que las construcciones coloniales no levantaban más de un piso de altura, como protección natural contra los terremotos. La mayoría de las ciudades del Perú presentan esta altura máxima, incluso en las construcciones modernas modestas que no están apadrinadas por arquitectos. Estas últimas siempre presentan carteles con la leyenda "Sitio seguro en casos de sismos".

Huaca de la luna

Cerca de Trujillo se encuentran las huacas de la luna y del sol. La primera se puede visitar, pese a estar todavía en excavación y su interior es de una belleza sorprendente. El término "huaca", puede traducirse por "templo" o lugar sagrado y presentan el aspecto de una pirámide construida de adobes, con una plataforma donde se efectuaban los sacrificios y ocasionalmente contenía enterramientos.

Al igual que hacían los mayas y los aztecas, una nueva huaca se construía sobre la huaca anterior, de modo que con el paso del tiempo iba creciendo en anchura y altura, y puede presentar numerosas construcciones una encima de la otra. En la huaca de la luna, pude contemplarse al menos restos de cinco de once niveles, observando la evolución de su decoración a través del tiempo.

Las huacas se construían al amparo de formaciones montañosas que constituían una pirámide natural. Estas formaciones contienen también construcciones y tumbas de las cuales se conservan escasos restos, debido a la acción destructora de los huaqueros o ladrones que han devastado lo lugares arqueológicos desde la llegada de los españoles.

Perro Viringo o Chimo, de raza peruana, carente de pelo, su cuerpo tiene mayor temperatura que la humana, por lo que dicen que su contacto cura las enfermermedades reumáticas.

Chan Chan

La ciudad de barro más grande del mundo, formada por un conjunto de inmensas ciudadelas, cada una de ellas lugar de residencia de un gobernante y su mausoleo tras su muerte. Cada ciudadela es un dédalo de pasillos, plazas y residencias.

Caballitos de totora en la playa de Huanchaco, cerca de Trujillo. En la actualidad, los pescadores todavía construyen sus barca con totora y acuden diariamente a conseguir algún pescado que poder vender a los restaurante de la costa. Cada pescador tiene tres bascas que alterna para que se sequen convenientemente y retrasar su deterioro. Navegan arrodillados en el pequeño espacio disponible y la elevación de su proa sugiere una cabalgada sobre las olas del mar.

Catedral y arzobispado de Trujillo. La plaza de armas y aledaños tiene un marcado aspecto colonial y una cuidada presencia. Destaca los suelos de piedra tan brillantes que aparentan estar mojados, debido al continuo pulimento de que son objeto.

Catedral de Chiclayo, como siempre en la plaza de armas, vista desde la habitación del hotel.

Huaca rajada

Llamada así por la apariencia de estar dividida en dos. En la parte baja se encuentra el complejo de enterramientos donde se descubrió al Señor de Sipan. La imagen muestra la parte piramidal del complejo, a la que se puede acceder en motocarro taxi, vehículo ampliamente extendido por todo el país. En el altiplano, existe también la modalidad de triciclo taxi, a tracción de las piernas del conductor, al igual que en la Habana.

El delicioso y pequeño museo del sitio de Tucume, está construido al modo de las antiguas edificaciones de labayeque, con pilares y vigas de algarrobo, madera que soporta muy bien el paso del tiempo, por esta causa, el algarrobo se utilizaba para cubrir las tumbas señoriales que aparecen en las huacas.

Julia paseando con nuestra guía por el complejo de Tucume. Al fondo una de las pirámides principales. Como es habitual, el complejo de Tucume se formó alrededor del cerro El Purgatorio que servía de división entre la parte habitada y la parte sagrada formada con numerosos templos gigantescos. La zona está en excavación.

Julia frente al museo construido para mostrar los tesoros del Señor de Sipan. El museo es un alarde de belleza y buen gusto. El edificio asemeja una huaca. Se accede a su interior por la parte superior después de ascender por una rampa ceremonial. La muestra está cuidadosamente expuesta siguiendo una descripción temporal, que va desde el único hallazgo encontrado en la tumba expoliada por los huaqueros, que sirvió para advertir de la importancia del lugar, a los detalles de cómo fueron encontradas cada una de las piezas expuestas, en que capa de la excavación y su significado. Conforme se desciende se descubre el fastuoso tesoro, hasta llegar a la parte más baja donde se encuentran los restos del Señor de Sipan.

Concluida la exposición de la tumba principal, se procede a una revisión igualmente detallada del resto de las tumbas encontradas en el promontorio.

Llegada al aeropuerto de Cuzco. Para que se note que estamos en los andes, los viajeros somos recibidos por un conjunto de música andina que ameniza la espera de la salida de las maletas, mientras empiezan a aparecer los primeros síntomas del mal de altura.

Koricancha, cuarto de oro o templo del sol, encima del cual se construyó el convento de Santo Domingo. A estas alturas el mal de altura había hecho mella en nosotros. Empieza por un incremento de gases, debido a la expansión de los órganos internos por la falta de presión; va acompañado por una sensación de mareo y dolor de cabeza en la nuca. Por último un gran cansancio que obliga a moverse despacio y a no hacer esfuerzos. Afortunadamente, todos los hoteles y lugares turísticos disponen de botellas de oxigeno y hay varios servicios médicos de emergencia. Los síntomas desaparecen en uno o dos días, pero para mi, la asfixia y cansancio me duró hasta que bajamos de nuevo a la costa.

El convento de Santo Domingo se construyó aprovechando la disposición (a modo de cancha) del Koricancha, que disponía de un gran patio central rodeado de edificaciones en piedra de los templos y habitaciones. Por semejanza, los templos sirvieron de base para las celdas que se formaron alrededor de este claustro.

Hoy día se han recuperado las edificaciones del incario, que permanecen en el claustro.

Catedral de Cuzco

La construcción comenzó en el año 1564, concluyendo un siglo más tarde. Las piedras volcánicas rosas de su fachada se arrancaron de la ciudadela de Sacsayhuamán. En las capillas, la profusión de pinturas de la escuela de Cuzco transforman a la catedral en un museo. Sus detallen la convierten en una auténtica joya.

Sacsayhuamán

Este sitio inca protegía a Cuzco. Las murallas se extendían a tres niveles y tenían la forma de un inmenso zigzag representando los tres mundos. Las piedras, con aspecto de suave almohadillado, están ajustadas con gran precisión formando múltiples ángulos, pueden llegar a tener cinco metros de altura y pesar hasta 360 toneladas.

Sacsayhuamán es una de las construcciones incas que más asombra a los turistas que, según nuevas hipóteisis, señalan que habría sido un importantísimo centro ceremonial y no una fortaleza.

Si algo llama la atención del Cusco, son sus contrastes. Cuando uno se encuentra en el centro de la ciudad -caminando por sus enrevesadas y misteriosas callejuelas o sentado en la plaza- es difícil imaginar que los imponentes cerros vecinos puedan albergar un paisaje semejante al del Valle Sagrado. Pocos lugares del Tahuantinsuyo pudieron competir con la belleza y riqueza de este valle: no en vano le fue otorgado ese nombre. Su carácter «sagrado» ha sobrevivido al paso del tiempo y esa magia continúa seduciendo a los viajeros.

Muchos de ellos, rendidos ante su encanto, deciden dejarlo todo y echar raíces bajo la sombra de los eucaliptos, a orillas del Urubamba.

El mercado dominical de Písac se ha convertido en un verdadero lugar de encuentro cultural. Hasta aquí llegan campesinos y artesanos de las comunidades vecinas ofreciendo telas, vasijas, toritos de Pucará y joyas de plata, que atraen a una multitud de turistas. Las faenas se inician a las 5:30 de la mañana, luego de que las campanas de la iglesia alboroten la quietud del valle. La plaza se va poblando de hombres y mujeres que llegan a pie cargando sus productos: fresquísimas cebollas, choclitos del Urubamba, frutas de Quillabamba y la inmensa variedad de papas de la zona. Antes de iniciar las ventas e intercambios, los mercaderes elevan una oración para que la venta del día les sea provechosa. La venta de alimentos se sitúa en la esquina derecha de la plaza. Allí, los artesanos y hasta las vivanderas, tienden sus mercancías en el piso. Los objetos de atracción para el turista, rodean todo el mercado en puestos más estables donde se venden artículos de dudosa artesanía, al observar que en todo Perú se venden los mismos productos, y a precios parecidos.

La iglesia de Pisac tiene un encanto especial por sus dibujos cargados del sincretismo que rodea a las iglesias y catedrales de los andes. En ellos se mezclan los elementos religiosos cristianos, llevados por los españoles, con las creencias religiosas más ancestrales. Por ejemplo, los ángeles tienen sexo femenino y aparecen, como se puede apreciar en el zócalo de la fotografía, con abundantes pechos.

La extraña imagen que presenta la iglesia, se complementa con las misas en quechua que se celebran acompañadas de la clásica música andina.

Uno de los objetos que mejor se vende en el Pisac, son los célebres toritos de Pukará. Se encuentran de todos los tamaños, en blanco o en crema y tienen la misión de ser puestos en el tejado de las casas para atraer la buena suerte. Se desconoce el nacimiento de la tradición, teniendo en cuenta que los toros fueron llevados por los españoles. Posiblemente la idea de poner algo en el tejado también fue transportada por los españoles, cuyo país goza de una amplia tradición de "espanta brujas" en todas sus regiones.

Originariamente pudo forzarse a los nativos a colocar una cruz para preservar la vivienda. Posteriormente, ante la coincidencia fonética de la palabra española "vaca" con la quechua "huaca" (templo), es posible que los indígenas utilizaran la cruz como yugo para sujetar una pareja de toritos que, en su sincretismo, atraerían mejor a la suerte.

Una iglesia en Yucay dentro del hotel Posada del Inca. El edificio principal del hotel es una antigua casona colonial, construida a mediados del siglo XVI por religiosas de la orden de Santa Catalina de Siena. Cada una de las celdas, hoy ocupadas por los clientes, tiene el nombre de la monja que la ocupó originalmente, y una leyenda con sus virtudes más destacadas. El resto de habitaciones están diseminadas en edificios de dos plantas, con acceso desde el exterior, que guardan una perfecta armonía con las construcciones de la época.

En el hotel es fácil encontrarse con los camélidos de los andes que ya están acostumbrados a tratar con los clientes. Julia intenta dar de comer a una alpaca.

Tardará poco en darse cuenta que a la alpaca le gusta empezar a comer el tallo desde su base, acabando por la espiga. No se trata de un capricho, si empieza a comer la espiga, se atragantaría con los ásperos filamentos del cascabillo o aristas.

Después de un viaje obligado en tren, se accede a Aguas Calientes, puerta del Machu Picchu, al cual se asciende en uno de los contínuos caros autobuses que parten desde los proximidades de la estación.

El tren circula por la calle más concurrida del pueblo, donde se amontonan los restaurantes, a orillas de la vía, para ser convenientemente atufados por el negro y contaminante humo de gasoil malo y mal quemado.

La contaminación del tren crea una nebrina permanente en todo el valle e incluso en el Machu Picchu, que los guías se empeñan a achacar a los incendios de la selva amazónica cercana. No nos olvidemos que Machu Picchu está en la "ceja de la selva" y los mosquitos nos no recuerdan con sus continuos picotazos, que no duelen pero la inflamación perdura durante semanas.

En la fotografía se puede apreciar "el coche" de la policía siempre aparcado en el único sitio posible, porque en el pueblo no hay casi calles para la circulación del vehículo excepto la carretera de subida al santuario y la "Gran Vía" por donde circula el tren.

Arrastrar el cursor sobre la imagen para moverla.

Vista panorámica

Aguas Calientes es un pequeño pueblo donde casi todas sus calles son peatonales y están están ocupadas por las mesas de los continuos restaurantes de escasa categoría. Los medios con que cuenta el pueblo son tan escasos que hay que conformarse con lo que hay: subir en el autobús o intentarse a pie por la empinada e interminable escalera de piedra.

Aunque los efectos del mal de altura ya habían pasado, en mi perduraba la fatiga que me impedía andar con resolución y hacía un calvario de la más mínima cuesta, por lo que el autobús fue bienvenido, y mal venida fue la cuesta que subimos hasta el lugar donde se puede hacer la clásica fotografía. La imagen demuestra que Julia lo consiguió sin excesivo esfuerzo...

mientras que esta fotografía muestra la cara de asfixia y el cansancio que me produjo a mi.

Julia descansa en el interior de una casa. El estado de conservación del santuario de Machu Picchu es excepcional. Los arqueólogos han limpiado la zona de vegetación y únicamente han consolidado los muros que amenazaban ruina, desmontando y montando ordenadamente todas sus piedras.

No se reconstruye nada (no incrementaría la espectacularidad del lugar) tan solo se consolida. Un así pueden encontrarse dispersos algunos edificios que han sido cubiertos con paja, siguiendo el método original de techado; estos edificios se utilizan para el descanso a la sombra de los esforzados visitantes.

Tan admirable como los restos del santuario es la contemplación de las montañas que la rodean. La verticalidad de las paredes hace pensar que nadie ha horadado todavía su cima.

Las montañas del fondo del santuario son continuamente visitadas por los excursionistas que quieren realizar su hazaña. La pequeña de la izquierda, permite ser subida por un número limitado a 400 personas diarias, que tienen que subir por un estrecho y peligroso sendero e incluso trepar por escaleras de madera verticales clavadas en la pared. Es habitual que alguno no sobreviva al intento y caiga víctima de un infarto o un accidente.

La montaña alta del fondo es de muy difícil escalada y con una altura que calculo será superior a los 800 metros. Pudimos ver a dos personas en la cima de esta montaña.

Llamas en el Machu Picchu, pero no de fuego.

Para que la visita al Machu Picchu, no se convierta en una carrera contra el tiempo, es conveniente quedarse a dormir en Agua Calientes. La visita de un día consiste en un gran madrugón en Cuzco, para coger un tren que tarda cuatro horas en hace poco más de 100 kilómetros, subir al santuario a las 10 h, con mucha suerte, y bajar antes de 14:30 h para volver a coger el tren a Cuzco. Quedándose a dormir, permite gozar de una visita relajada por la tarde, sin el agobio del exceso de visitantes.

Esta fotografía puede ser una postal para turistas.

Es conveniente subir al santuario por la mañana antes de la llegada del primer tren con los visitantes. En ese momento, se puede tener la suerte de encontrar el lugar lleno de camélidos pastando en una hierba que no pueden pisar los visitantes.

Aunque nos hubiera gustado volver a Cuzco en este vehículo, no fue así. El tren turístico los llevó entre danzas y pases de modelos de las azafatas y azafatos del vagón, en su intento por amenizar un lento y largísimo viaje, que culmina con la bajada del tren a cuzco en una vía en zigzag, un ratito hacia delante y un ratito hacia detrás, porque la pendiente impidió construir la vía con la curvatura suficiente para permitir que el tren pudiera avanzar de forma contínua.

La iglesia San Pedro de Andahuaylillas está considerada como la "Capilla Sixtina" de América.

Fue construida por los Jesuitas a finales de siglo XVI. Si bien su arquitectura es relativamente modesta, la decoración de sus interiores es lo más impresionante del recinto. Podemos citar un cuadro de la "Virgen de la Asunción", del pintor español Esteban Murillo. Se aprecian también murales atribuidos a Luis de Riaño (S. XVII) La iglesia alberga una colección de lienzos de la Escuela Cusqueña, que representa la vida de San Pedro así como un majestuoso órgano, orfebrería de plata y un altar barroco.

Es impresionante la cantidad de frescos que cubren las paredes y, sobre todo, el techo, con modelos geométricos y flores adornadas con hojuelas de oro.

Instintos maternales de Julia con los animales. Dando de comer a una vicuña pequeña que mama del biberón adoptando la misma postura que tomaría con su madre. La vicuña es el camélido que tiene la lana más fina, apreciada y cotizada. Después de trasquilar un animal adulto se consigue escasamente un cuarto de kilo de lana.

Isla de los Uros en el lago Titicaca, a seis kilómetros del puerto lacustre de Puno se encuentra un sorprendente archipiélago de 40 islas artificiales construidas de totora, habitadas por los Uros, descendientes directos de una de las culturas más antiguas del continente. Contrariamente a lo que se piensa los Uros no son tal, pero heredan el nombre de una comunidad que ya habitaba las islas. Los aymaras que hoy la pueblan construyen el suelo de la isla, sus casas y sus balsas con totora, y se dedican a la pesca y particularmente a recibir a los turistas.

Las islas están compartidas por las personas y todos los animales de la zona que quieren parar allí. Este curioso pájaro tiene una altura de más de medio metro y convive pacíficamente con los habitantes de la isla.

La gente del altiplano vive, habla y viste igualmente en la parte de Perú como en Bolivia.

En la fotografía puede apreciarse como toda la isla está formada por totora. Para evitar la humedad, continuamente se está poniendo plantas nuevas, mientras las del fondo se pudren y van hundiendo hasta llegar a anclar la isla.

En la actualidad, las islas están rodeadas de una extraña alga verde, que ellos llaman lenteja, que impide la oxigenación del agua y ha terminado con la pesca del lugar. Los uros tienen que salir a persar a las agua claras del centro del lago para conseguir el pescado diario, y han desistido de la pesca con intención de venta que practicaban hace pocos años. Culpan a los habitantes de la cercana ciudad de Puno de la aparición de las algas.

EL LAGO UMAYO

Es un espejo sereno acariciado en invierno por los vientos fríos que llegan desde la cordillera. En una preciosa alquimia con el entorno, el lago refleja las colinas amarillentas y verdosas y el cielo azul pintado de tanto en tanto por nubes macizas que parecen copos de lana. En medio de esta serenidad se encuentran las chullpas, o torres funerarias algunas de ellas con antigüedad superior al incario. El tiempo se ha detenido en este lugar del mundo, para preservar eternamente las almas de los antiguos chamanes que allí descansaban.

Cerca de Ica se encuentra la laguna de Huacachina, conocida como el Oasis de América. Está rodeada de altas dunas fijas que unidas a sus aguas calmas, le confieren un ambiente silencioso, apenas perturbado por las aves. Sus dunas siempre han desafiado a visitantes y residentes, quienes han ido estableciendo como actividad típica del lugar el deslizarse sobre ellas sobre pedazos de madera, tablas de surf y hasta esquís acuáticos.

Javier haciéndose amigo de una alpaca que pacía libremente en el campo de golf del hotel de Ica.

La península de Paracas está llena de atractivos. Contiene los enterramientos y restos de los hogares de la civilización que lleva su nombre, además de ser un parque natural con unos desiertos de espectacular belleza que concluyen con playas vírgenes donde anidan cientos de aves, gracias a estar dentro de la reserva nacional y protegidas de las visitas humanas. Por último, contiene el enigmático candelabro trazado sobre su acantilado, que solo puede verse desde el mar. Contrariamente a la tesis de los ufólogos del siglo pasado, el candelabro no tiene nada que ver con las líneas de Nazca (ciertamente trazadas hace unos 1.500 años por la civilización que lleva su nombre). Se desconoce quien lo trazó y su motivo, si bien se piensa que fue realizado en el siglo XIX. Su burdo trazado, muy distinto al de las líneas de Nazca, hace pensar que ha sido dibujado como atractivo turístico por los dueños de los hoteles vecinos, pero la península de Paracas, tiene de por sí tantos atractivos, que no es necesario añadir otro ni crear una leyenda a su alrededor.

Desde Paracas, se accede a las islas Ballestas, distantes unos 20 Km. del embarcadero de Paracas, mediante un viaje de media hora en lancha rápida y siempre llena de gente. Las islas forman parte de la reserva nacional, y pueden ser bordeadas sin desembarcar en ellas. Constituyen un paraíso natural habitado por millones de aves y de especies marinas. Los lobos de mar son los primeros que nos dan la bienvenida chapoteando alrededor de las barcas.

Millones de pájaros de distintas clases pueblan las islas o las visitan en su ciclo migratorio, eso hace que el guano se deposite formando espesas capas que son aprovechadas como abono. Solamente el personal que recoge el guano está autorizado para desembarcar en ellas.

Una de las especies que habita las islas es el pingüino Humboldt, en vías de extinción. Es un pingüino de escasa altura que difícilmente se distinguiría de las demás aves, si no fuera por su tendencia a vivir en comunidad, al margen del resto de los animales.

 

Los lobos de mar pueblan las numerosas grutas de las islas viviendo en familias de un macho con varias hembras y sus crías. Cuando hay un nacimiento, el macho solo admite en el grupo al recién nacido si es una hembra; si es un macho, la madre tiene que huir con él para evitar que el padre lo mate, con intención de evitar futuras competencias.

Otros atractivos de la península de Paracas, son las formaciones rocosas de su costa dibujada con innumerables grutas y calas usadas a placer por todas las especies animales menos el hombre.

En la fotografía la formación rocosa llamada la catedral, por su semejanza a un campanario.

Parte trasera de la municipalidad de Paracas, vista desde el autobús que nos devolvería a Lima para concluir el viaje con la última sorpresa: el avión de vuelta tenía overbooking y nos pasaron a la clase Bussines, donde volvimos a España muy cómodamente gracias a los maravillosos sillones-cama que tiene Iberia en esa clase.

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