ASIRIA
CUNA DE CIVILIZACIONES


Cuenco de cerámica del Calcolítico, 4.800 – 4.500 a.C.,- proveniente de Toll-e Gap, cerca de Persépolis.

Situado entre Mesopotamia y el valle del Indo, en el cruce de las rutas comerciales que conectan Oriente y Occidente, Irán es un mosaico de tradiciones, lenguas y culturas. Algunos episodios de su historia han llegado hasta nosotros rodeados de un aura mítica.

Los primeros pobladores de Irán fueron agricultores y ganaderos. La diversidad de las diferentes regiones de la meseta iraní se manifiesta en la proliferación de culturas locales. Junto al floreciente reino de Elam —que llegó a conquistar Babilonia—, en Kermán y Seístán se desarrollaron otros núcleos de civilización, con artesanos que se dedicaban a la manufactura de joyas a partir de piedras preciosas y del lapislázuli afgano. Otro de los pueblos conocidos, los lur, eran nómadas que destacaron en el trabajo del bronce.

Cubilete de cerámica del Calcolítico, 4.300 – 4.000, a.C., proveniente de Chalcolithic, Susa.

Tablilla de arcilla del periodo protoelamita, 3.100 – 2.900 a.C., Tappeh Yahya, Kerman.

Cubilete de cerámica de la Edad del bronce, 2.600 – 2.400 a.C., Shahr-i Sokhta, Sistan-Baluchestan.

Espejo de bronce, 1.450 – 1.150 a.C.

Arnés de bronce de la edad del hierro, 850 – 550 a.C., Luristan.

Ritón de plata de la edad del hierro, 850 – 550 a.C., Kalmakareh, Lurestan.

Hacia el siglo II a.C. llegaron a Irán procedentes de las estepas rusas meridionales unos pueblos arios, de lengua y cultura indoeuropeas, que se extendieron por todo el país, mezclándose con las culturas autóctonas. Uno de estos pueblos, los medos, tuvieron una gran importancia militar y llegaron a dominar la vecina Asiria. Tras derrotar a los medos, el persa Ciro I el Grane puso las basses de un gran imperio que se extendería por todo Irán, Babilonia, Afganistán, Asia Menor, Egipto, Tracia y Macedonia.

Ungüentarios cerámicos con forma de estatuillas de ganado.      

 

Relieve de piedra del período Aqueménida, 559 – 331 a.C., Persépolis, Fars.

En los relieves de Persépolis se figuran representantes de los 23 pueblos de todos los rincones del inmenso imperio del rey Darío, que acuden con regalos a adorar al rey en el gran salón de audiencias. La sala tenía columnas de 20 m. de altura.

Relieve de piedra del período Aqueménida, 559 – 331 a.C., Persépolis, Fars.

Herodoto, en su Historia, describe a los persas de los tiempos de Ciro I como un pueblo que adopta lo mejor de las costumbres extranjeras. De esta fantástica capacidad de adaptación queda un testimonio artístico de primer orden: la ciudad de Persépolis, donde las más variadas influencias del mundo oriental se conjugan en un todo coherente, planificado y ejecutado a lo largo de más de cien años.

Objetos de la edad del bronce en bronce y oro.      

 

Ritón de oro del período Aqueménida, 559 – 331 a.C., Hamedan.

El ritón es una forma de recipiente típicamente iranio. Se trata de un vaso cónico, en forma de cuerno. Se confeccionaba martilleando finas láminas de metal. Después se insertaban en ángulo recto en un prótomo en forma de animal que se elaboraba por separado, normalmente fundido, con un orificio en el hocico o pecho del animal por donde salía el líquido. El prótomo generalmente representaba un animal fantástico, león alado o grifo alado con garras de león. Existía otra variedad de ritón de forma más simple, un sencillo vaso cónico acabado en un prótomo y sin orificio. El ritón tenía posiblemente un uso litúrgico. Su uso implicaba taponar el orificio inferior con un dedo, dosificando la salida del fluido con el movimiento de éste. La mayoría de los ritones conservados son de plata y más escasamente de oro. También los hay de bronce, de cerámica e incluso de vidrio.

Ritón de cerámica del período Parto, 250 – 224 a.C., Valirán Damávand, Tehrán.

Plato de oro y bronce del período Sasánida, 224 – 651 d.C. Rashi, Gilan.

Desde finales del siglo IV hasta el término del siglo VI las placas bañadas en plata se convirtieron en las reliquias de propaganda móvil del imperio. Al parecer, la producción de estas placas era una prerrogativa real en el periodo sasánida. Las manufacturas de alto estatus se fabricaban en oro y plata, y tenían forma de platos, copas, vasos y aguamaniles. Los temas documentados en los platos y cuencos abiertos bañados en plata engloban las figuras de los reyes sasánidas, nobles y príncipes de la familia real. Muchos de ellos representaban imágenes del trono y de los monarcas coronados, aunque el tema más recurrente de los platos es la caza, con reyes a caballo persiguiendo a su presa.