El autor en las ruinas de un templo que se ha dejado sin recontruir para poder contemplar la belleza de la naturaleza mezclada con el arte del hombre.

Las infinitas caras de Buda que coronan el templo de El Bayon, en el corazón de la zona arqueológica

Pequeño templo en el borde este del recinto de El Bayon. La fertilidad de la zona ha hecho que muchos de lostemplos estuvieran durante años sumergidos en la vegetación

Angkor Wat desde la zona interior de la ría que le rodea. Por la mañana Julia se había comprado el vestido que luce en esta fotografía.

Vista del templo de Angkor Wat con Julia. En apariencia no hay ninguna persona, al menos por esta parte sur, sin embargo el interior del templo está siempre lleno de turistas melodeando entre los monjes budistas que todavía habitan el templo.

Camboyanas con su tradicional traje preparándose para una sesión de fotografías.

Estaban allí en el momento de la visita, esperándo que llegara para captarlas en el mejor entorno.

Después de la sesión de maquillaje, comienza la sesión de fotografías.

No, no posaban para mí, sino para un fotografo profesional.

Campesinos recogiendo el arroz de sus campos. En esta zona todavía quedan miles de minas personales en los campos, por lo que un alto porcentaje de la población ha perdido al menos una pierna.

La casa que aparece al fondo, no es para guardar aperos, sino que es la vivienda habitual. Está construida como palafito, para evitar las continuas inundaciones que hay en el país.

Una granja al completo.

Esta zona, lindante con la zona arqueológica de Angkor, estaba recientemente abierta al turismo. Hasta entonces había estado en las manos de la guerrilla. La precariedad de las carreteras se puede ver en la siguiente fotografía. A menudo, el vehículo tiene que atravesar estrechos puentes de madera de dudosa resistencia.

Los campesinos han sabido arrebatar alguna zona a la selva para sus cultivos. El agua viene sola casi a diario.

Al contrario de Vietnam, Camboya no dispone de una gran población, por ello no es habitual encontrarse en la carretera con nadie. Esta imagen es del centro de un poblado, formado por no más de cinco casas, pero con una gran actividad por su única calle.

Julia y Javier fotografiados en el marco más conocido de Angkor. Pese al aspecto de abandono del templo, siempre hay algún monje budista meditando en su interior.

Avenida más céntrica de Pnom Phen. Urbanizada a modo de paseo, con una amplia zona ajardinada en el centro, comienza con el monumento más popular de la cultura Kmer (al fondo de la fotografía)

Otra de las grandes avenidas, esta vez cerca de la ciudad prohibida real. Pese a su reciente pasado de represión y a la pobreza de su población, las ciudades contienen todas las comodidades que impone la globalización. Numerosos vehículos de lujo y restaurantes, hacen entrever la existencia de una clase pudiente, a enorme distancia del resto del pueblo.

Puerta de entrada del museo arqueológico de Pnom Pen. La capacidad de la lluvia es tal que durante la media hora que estuvimos dentro, se había inundado la zona con más de medio metro de altura de agua.

El turismo en Camboya todavía es una novedad para los nativos, que tratan con amabilidad a los viajeros.

A la salida del museo arqueológico, se improvisó una pasarela para acceder al autobús y evitar el más de medio metro de inundación.

La gente está perfectamente acostumbrada a convivir con las inundaciones.

salen a la calle a lavarse y a lavar la zona y el tráfico avanza con casi un metro de altura de agua.

Si las motocicletas no pueden funcionar, se arrastran.

SI QUIERES VER MÁS FOTOGRAFÍAS DE ESTE VIAJE, ACCEDE A LA PÁGINA DE ARQUEOLOGÍA DE KHMER Pulsando aquí.