Los orígenes del poblamiento humano de Menorca presentan importantes lagunas. Se estima que los primeros hombres y mujeres llegaron a mediados del tercer milenio a.C., en el calcolítico, lo que la convertiría en la última isla mediterránea en ser colonizada. El yacimiento más antiguo que atestiguaría esta datación es el de Binai Nou, cerca de Mahón.

Existe mayor concentración de habitantes al final de la época pretalayótica (2500 – 1600 a.C.) y, sobre todo, talayótica (1500 – 123 a.C.). El final de este período vino con la conquista romana de la isla en el año 123 a.C. por el consul Quinto Cecilio Metelo, con el argumento de eliminar la piratería del mediterráneo.

Ya bajo el Imperio, Menorca vivió la ascensión del cristianismo documentado en el año 418 en el que se relata la conversión de la comunidad judía de Mahón. Posteriormente sucedió la irrupción de los vándalos, en el 455, que fue seguida por los "siglos oscuros" que abarcan desde el siglo VII hasta la llegada de los musulmanes en el 903 que concluyó con la anexión a la Corona de Aragón en 1287 tras la conquista de Alfonso III.

CIUDADELA (Lat 40.001114° Log 3.834800°).

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Los origenes de Ciudadela, como los de Mahón, se atribuyen a los cartagineses, pero la presencia de pobladores en la zona es anterior a nuestra era. Lo que si es cierto es que con la conquista romana la ciudad vivió un momento de pujanza convirtiéndose en centro difusor de la cultura romana en la isla.

El puerto de la Ciudadela no alzanza la magnitud del de Mahón —la rada es de 1.2 kilómetros— pero a jugado un papel determinante en el desarrollo de la ciudad. En época medieval, cuando Ciudadela ostentaba la condición de capital de la isla, era el foco de elevada actividad. Sin embargo, las estructuras portuarias no adquirieron cierta entidad hasta el siglo XIX.

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La apariencia actual del puerto es el resultado de las obras de ampliación ejecutadas entre 1929 y 1962 y desde 2011 cuenta con un dique exterior para el atraque de los buques de pasajeros, mercantes y cruceros.

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El perfil de la ciudad desde el puerto —concretamente, el conjunto que forma la antigua muralla, el Ayuntamiento y la plaça des Born— es una de las vistas más hermosas.

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Contribuye a embellecer la imagen el encanto de la zona de baixamar, que conserva, en gran medida, la fisonomía de antaño. Eso sí, conquistada ahora por una amplia y variada oferta gastronómica que muta en locales de ocio nocturno en el interior del puerto, zona que recibe el nombre de Passeig des Pla de Sant Joan.

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Plaça des Born. Es el centro neurálgico de la ciudad. Se presupone la existencia en este lugar de los jardines del Real Alcázar de la Medina Manurqa. Tras la conquista de la isla por la Corona Aragonesa, este emplazamiento fue convertido en plaza de armas. En 1857,en su centro, se erigió un obelisco en memoria de la resistencia de toda la ciudad ante el ataque perpetrado por la armada turco-francesa en 1558.

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Alrededor de la Plaça des Born se encuentran edificios significativos de la ciudad, como las casas consistoriales, el bastión del gobernador y multiples palacios de singular arquitectura menorquina.

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Cas Comte. El palacio del comte de Torre-Saura, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura neoclásica civil de Menorca, fue acabado en 1839. La entrada principal, ubicada en la calle Major des Born, está presidida por un rostro femenino cubierto por un velo que, según la tradición es símbolo de hospitalidad, porque indica que se acoje ciegamente a todo el que llega a esa puerta.

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Al comienzo de la calle Major des Born encontramos un palacio con estructura típica menorquina. El piso bajo está habilitado como bar y el patio-jardín interior como recreo, mientras que el piso alto conserva la estructura y mobiliario del siglo XIX, como puede verse en esta cocina de época.

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El Roser, la antigua iglesia de la Nuestra Señora del Roser, fue construida entre finales del siglo XVII y principios del XVIII. Se encuentra situada en la calle del Roser y destaca por su torre campanario del siglo XIX.

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Es uno de los ejemplares más interesantes del período barroco menorquín, de planta de nave única cubierta con bóvedas de arista, con tres capillas a cada lado y un crucero, que tiene la misma anchura que la nave, cubierto con una cúpula rematada con una linterna.Lo que más sorprende del interior es la utilización del estriado de la piedra de marés en casi todos los ornamentos de arcos, junquillos y aristas de las bóvedas, así como las bóvedas de concha que rematan los techos de las capillas y el gran equilibrio de proporciones del espacio interior. En la actualidad es utilizada como sala de exposiciones y en su interior se realizan a lo largo de todo el año numerosos actos culturales.

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Puerta lateral de la catedral vista desde la carrer Roser. Esta iglesia fue ordenada construir por el rey Alfonso III tras la conquista de la isla en 1287. Se levantó sobre la mezquita mayor de la medina. Pertenece al gótico catalán, el templo consta de una sola nave cubierta con bóveda de crucería y con una veintena de capillas laterales que han sido objeto de diferentes procesos de restauración, el primero tras el ataque turco de 1558, si bien la mayor parte de las intervenciones se produjeron en el siglo XIX. En una de ellas se proyectó una nueva portalada para la fachada principal, de estilo neoclásico, cubriendo la gótica original.

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Plaça de la llibertat. Es uno de los espacios más concurridos y apreciados de la ciudad, a ello contribuye que haya conservado su uso como lugar de mercado. La plaza fue proyectada en la segunda mitad del siglo XIX en pleno período revolucionario —de ahí su nombre— en el huerto del antiguo convento de los agustinos, una vez demolidas las murallas medievales. La pescadería y la galería de las carnicerías, obra del arquitecto Ramón Cavaller Gelabert, son el único ejemplo de la arquitectura del hierro del siglo XIX.

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Palacio episcopal, de cosntrucción más o menos reciente. El inicio de las obras data de finales del siglo XVIII. El edificio no llegó a construirse en su totalidad, lo que explica que la entrada quede desplazada respecto al conjunto. La fachada de estilo neoclásico da acceso a un ancho patio ajardinado en el que destaca una escalera con lonja de inspiración renacentista que conecta con la zona noble.

CAMPIÑA

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Vista de Fornells desde el alto "del toro" con su gran puerto natural.

El azote de la tramontana en los meses de invierno explica que los pueblos de Menorca se ubiquen en el centro o la zona meridional de la isla. No es el caso de Fornells, núcleo de población dependiente de Es Mercadal que ha ido creciendo al amparo de la bahía a la que da nombre. La pesca, primera fuente de ingresos de muchas familias desde tiempos pretéritos, convive ahora con el sector servicios, convirtiendo este pequeño pueblo en centro gastronómico de la isla.

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Las casas rurales, construidas con grandes bloques de marés y generalmente encaladas, están ubicadas en lugares estratégicos del campo menorquín. Con el fin de adaptarse a las inclemencias meteorológicas, disponen de pequeñas aperturas en su cara norte y un porche orientado al sur. Típicamente, son similares al dibujo logotipo de los quesitos de "El caserío" que se han estado fabricando en Mahón.

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Menorca se caracteriza por poseer una extensa y hererogénea biodivesidad, representativa de buena parte de los ecosistemas de su entorno, si bien guarda particularidades florísticas y faunísticas que le otorgan una condición de unicidad en todo el arco mediterráneo, dotándola de un olor característico que indunda toda la isla. Prueba de ello es la buena salud de la mayoría de los sistemas naturales: barrancos, zonas húmedas, albuferas, torrentes, charcas temporales y salinas le han dado el título de reversa de la bioesfera.

Otros sistemas naturales que merecen una atención especial son los dunares o los fondos litorales, también los acantilados, calas, playas e islotes.

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La situación geográfica de Menorca, en una zona de transición entre el sur de Europa y el norte de África, determina su elevada biodiversidad vegetal. En total, la flora superior está formada por más de 1300 especies marcadamente mediterráneas, de las cuales un 7% son endémicas, es decir, exclusivas de la isla o de Baleares.

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Las comunidades climácicas, aquellas que mejor se adaptan a las condiciones ecologicas de Menorca, son los encinares y acebuchales, si bien su degradación ha llevado a su sustitución por otras especies, como el pino blanco, en algunos emplazamientos.

Entre las comunidades permanentes que crecen cerca de la costa cabría destacar los sacarrells, únicos en el mundo y que se caraterizan por su forma redondeada y espinosa, la marina de aladierno menorquín, la camomila, el hinojo marino, los tamarindos y la azucena de mar.

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Las paredes de barrancos y acantilados también son hábitats ricos en endemismos como, por ejemplo, la violeta de peñasco, la margaritilla o la dedalera.

MAHÓN (Lat 39.891450° Log 4.268732°).

Lo británico pervive en gran parte de la trama urbana y edificaciones de Mahón. Un recorrido atento por sus calles es suficiente para entender la gran influencia que el país europeo ejerció a lo largo del siglo XVIII. Fue en esa época cuando Mahón dejó atrás el anonimato y floreció, desde un punto de vista economico y cultural, y cuando asumió un rol capitalino que, a día de hoy, todavía ejerce. Todo ello explica que lo dieciochesco siga marcando sobremanera la fisionomía de la más cosmopolita de las ciudades menorquinas.

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Con una extensión cercna a los cinco kilómetros de longuitud, el de Mahón es el puerto natural más grande de Europa y el segundo más grande del mundo, sólo superado por Pearl Harbour, en la isla de Oahu (Hawai). Su ubicación en el centro del Mediterráneo occidental lo ha convertido a lo largo de la historia en un enclave estratégico, tanto desde un punto de vista militar y geopolítico como económico. Es un puerto profundamente polifacético: la ribera sur, con las poblaciones de Mahón y Es Castell, se caracteriza por tener un uso más comercial y turístico, mientras que la ribera norte presenta un primer tramo industrial y militar y un segundo tramo marcadamente residencial.

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La historia salpica todos y cada uno de los rincones del puerto. También los islotes, especialmente marcados por el paso de los británicos. Cerca de la Estación Naval se encuentra la Illa Pinto, en la que se localizan algunas edificaciones de uso militar

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La Illa del Rei, donde los ingleses mandaron construir un hospital militar, también es llamada "The bloody island". La ocupación de este islote es mucho más antigua, en su perímetro se han hallado los restos de una basilia paleocristiana del siglo V. Más al fondo, cerca de la bocana del puerto la Illa Llatzeret alberga el lazareto, establecimiento sanitario construido entre finales del siglo XVIII y principios del XIX que tiene una torre de defensa de época británica. Las funciones de esta isla las desempeñába anteriormente la , que, por ello, también es llamada de la Quarentena.

CALA SAN ESTEVE (Lat 39.863269° Log 4.303988°).

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La historia militar de Menorca emerge de manera extraordinaria en este enclave de la coste este. Dos imponentes construcciones, el Fort Marlborough y el Castell de Sant Felip, flanquean el recorrido de este sinuoso y profundo entrante, a su vez salpicado por residencias veraniegas de perfil bajo y tradicional y por una elevada cantidad de embarcaciones pequeñas. Sobre los laterales rocosos se han acondicionado terrazas y embarcaderos. Al final de la cala hallamos una antigua cantera coronada a su derecha por la Torre d′en Penjat, del siglo XVIII. Es la zona con más peso histórico de Es Castell. Incluso su nombre sustentaría esta afirmación. Y es que el origen topónimo podría remontarse al siglo V cuando, según cuenta la leyenda, el sacerdote y teólogo Paulo Osorio habría recalado aquí, procedente de Jerusalén, con las reliquias de San Esteban.

CANTERAS DE S′HOSTAL (Lítica) (Lat 40.004553° Log 3.868031°).

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La actividad extractiva ha dejado en Ciudadela un testimonio de gran espectacularidad, casi podría considerarse "una monumental escultura excavada en el paisaje", utilizando la expresión de la que se vale la asociación cultural Líthica, que gestiona la asociación, para describir las canteras de marés, conocidas como Pedreres de s′Hostal. En ellas conviven dos espacios muy distintos, casi opuestos: el primero, las antiguas canteras de extracción manual, de formas irregulares y orgánicas y de apariencia laberística en las que se ha habilitado un circuito botánico y un jardín de plantas medicinales: el segundo, resultado de la extracción mecánica, de grandes dimensiones y líneas geométricas, una especie de espacios cúbicos con altas paredes marcadas por incisiones verticales y horizontales. Hacia el 20º aniversario de la asociación Líthica se construyó un gran laberinto en el interior del cuadrado de una de las canteras.

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Las canteras de s′Hostal se caracterizan por el contraste y la dualidad constantes. En ellas conviven, por un lado, un paisaje resultado de la extracción mecánica, de grandes dimensiones y cúbica geometría, y, por otro, antiguas canteras de extracción manual, auténtico laberinto de piedra y vegetación, donde reinan las formas Orgánicas y la variedad de espacios.

El encuentro y solapamiento de canteras de extracción manual y de extracción mecánica es una de las principales peculiaridades de s′Hostal. Se encuentran a lo largo del recorrido de las canteras numerosos puntos de encuentro entre las dos técnicas que se convierten en los más especiales y peculiares del recinto.

La brecha es la zona de encuentro entre una antigua cantera de extracción manual y la cantera del Anfiteatro, de extracción mecánica. Ésta última se excavó próxima a una pequeña cantera antigua, rellena de escombros. Al descender la extracción en la cantera moderna, se comprobó que la cantera antigua ganaba amplitud con la profundidad, simulando una chimenea. De este modo, el espacio de piedra ya extraída de la antigua cantera entraba en el vacío de la cantera moderna, creándose una formación espectacular de conexión entre los dos espacios.

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Los espacios dejados tras de sí por la extracción se diferencian del paisaje anterior a ésta de un modo tan radical y permanente que no extraña que a lo largo del tiempo hayan sido descritos y valorados de modos totalmente distintos como: un enorme agujero en el terreno, un paisaje excavado que se hunde vertiginosamente en la profundidad de la tierra. Quizás, un espacio residuo, un lugar peligroso y vacío de sentido que merecería ser enterrado bajo escombros y olvidado. Sin embargo, una naturaleza artística se hace evidente en el interior de la cantera, que se despliega a los sentidos como exponente de una arquitectura en negativo, monumental escultura excavada en un paisaje donde la piedra ha sido tallada con sabiduría y el espacio, modelado. El respeto y la admiración afloran ante esta huella grandiosa del trabajo del hombre repetido por generaciones.

El trabajo realizado con herramientas manuales obligó al cantero a seguir los dictados de una materia que se presenta en calidades variables. Con oficio y experiencia, trabajaba siguiendo la veta de la piedra de buena calidad, sorteando la piedra viva. Esta labor de escucha de la materia le condujo a la creación de espacios dominados por la irregularidad y las formas orgánicas, reflejo directo de la estructura interna del terreno. El aumento de volumen de piedra extraída en cada capa a medida que se ganaba profundidad inclinó y abombó el plano de las paredes al tiempo que el golpe de la escoda grababa sobre su superficie rasgaduras formando espigas horizontales y líneas de golpes en vertical.

A modo de acceso al nivel de extracción y para evacuar los sillares de piedra a la superficie, el antiguo trencador talló, en la propia pared de la cantera, escaleras minerales que ganaban escalones con cada nueva capa de piedra excavada.

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Finalizada la actividad extractiva, los propios canteros fueron los artífices de la recuperación paisajística de los espacios excavados. Sobre una capa de escombros de la extracción, el fondo de la cantera fue rellenado con tierra vegetal. El nuevo suelo, de gran calidad y adecuado grosor, junto con el amparo de los vientos y la complicidad de una piedra que guarda la humedad, fueron condiciones ideales para que el paisaje herido renaciera en forma de fértiles barrancos sembrados de huertos de hortalizas y árboles frutales.

Un largo tiempo de abandono posterior facilitó a la vegetación silvestre una recolonización gradual del terreno, creándose una atípica comunidad vegetal caracterizada por la convivencia de plantas cultivadas y vegetación de garriga balear. A su vez, la piedra, antes blanca y subterránea, ahora expuesta a la intemperie, se erosionaba y coloreaba de múltiples tonalidades con la infiltración de agua y tierra y dependiendo de la diferente orientación de las paredes. Tiempo y naturaleza interactúan en el paisaje de la cantera. La sucesión de naturaleza, agresión, paso del tiempo y erosión se completa y cierra un ciclo con el regreso de la naturaleza a un paisaje que se mantiene en constante cambio.

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Sobre raíles fijados en el suelo de la cantera, una vagoneta se desplaza hundiendo en la piedra la sierra circular que realiza el corte. La nueva ley impuesta por la máquina impone un amplio plano de trabajo horizontal, libre de todo obstáculo, sobre el que la sierra corta en perfecta vertical, creando el continuo ángulo recto que domina el espacio. La extracción se vuelve indiscriminada y absoluta. Se extrae la totalidad de la piedra, mientras que el trabajo consciente y reflexivo de su clasificación se realiza en una fase posterior al corte.

La morfología de la cantera deja de ser espejo de la estructura interna del terreno para convertirse en un espacio geométrico monumental. Las dimensiones de la superficie de trabajo necesarias para el avance de la máquina y el corte vertical crean un amplio espacio cúbico. A su vez, la evacuación de los sillares por métodos mecánicos permite ganar profundidad en la cantera, donde, en la mayoría de los casos, la extracción sólo se interrumpirá al alcanzar el nivel de la capa freática. Las paredes se graban de profundas incisiones verticales producidas por el choque de la sierra contra la pared al final de cada línea de corte. Por el menor tiempo de exposición a la intemperie, la piedra presenta un tono beige claro, poco evolucionado aún desde el blanco inicial del momento de ser abierta por el disco.

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Los discos de la cortadora son de hierro pero en sus diestes están incrustadas unas piezas de acero que todavía se conservan sin óxido y en buen estado. Al parecer, la dureza de estas piezas era suficiente para hacer el corte del marés sin necesidad de diamante.

El diseño de la máquina, con varios motores eléctricos, permitía el avance y el corte automáticamente, opteniendo unos bloques de un tamaño ligeramente mayor que el deseado.

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Una vez obtenidos los bloques en bruto, se les hacía pasar por la perfiladora que dejaba los bloques en su dimensión final, todos iguales. Los bloques en bruto se colocaban en un tren de rodillos que pasaban por varios discos de corte que dejaban su superficie lisa y a medida, consiguiendo bloques homogéneos a la salida del tren.

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Cuando se trataba de obtener paneles de piedra para paredes y suelos, los bloques se colocaban alineados en este telar vertical que tenía los flejes dentados y espaciados según el espesor deseado. Por medio de un motor eléctrico, el mecanismo hacia el movimiento de vaivén para el corte y el de descenso lento para el fileteado, manteniendo los paneles dentro de la jaula hasta el final del trabajo.

FARO PUNTA NATI (Lat 40.049920° Log 3.823752°).

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Es uno de los mejores puntos de la isla para contemplar las puestas de sol en verano. La presencia del faro aporta mayor encanto a esta experiencia.

El naufragio del vapor francés General Chanzy en 1910, en el que murieron 156 personas, fue el detonante que llevó a las autoridades a proyectar un nuevo faro en la costa norte. La torre de Punta Nati, de 19 metros de altura, se construyó en poco más de un año en el extremo noroccidental de Menorca, cerca de Ciudadela. La luz que emite es visible a 16 millas náuticas.

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De vuelta de Punta Nati, acojemos la estrecha carretera que nos llevará al hotel, jalonada en ambos lados por paredes secas que pueden verse en todos los caminos de Menorca. Se trata de un tipo de pared hecha únicamente con piedras y rocas sin cemento ni otro tipo de argamasa para mantenerlas unidas. Si nos fiamos de los datos del portal de cartografía del Consell Insular de Menorca, resulta que por aproximación hay casi 12000 km de "paret seca" en la isla de Menorca, una longuitud mayor que la gran muralla china, aunque no es comparable debido a que estas paredes alcanzan como mucho los 2 metros de altura.

Al contrario de lo que pueda parecer, la construcción de los muros de piedra sin cemento es un proceso complicado y tedioso. Para evitar que las piedras vayan cayendo hay que utilizar algunas técnicas.

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