ÍDOLOS
MIRADAS MILENARIAS


Hacia el 2500 a.C. surgen los llamados ídolos antropomorfos, representaciones estandarizadas de forma humana más proporcionada, manufacturados en piedra, hueso o marfil. Sintetizan las tradiciones previas, recogiendo en la cabeza los ojos, la nariz, el cabello y las líneas de tatuaje facial. La imagen de estas pequeñas esculturas masculinas o femeninas resulta más próxima al individuo, pudiendo representar el ancestro, evocando el linaje, a la vez que su poder, prestigio, méritos o hazañas. En la segunda mitad del II milenio a.C., perdurarán motivos oculados geométricos, que apenas se muestran en la Edad del Bronce.

Las pequeñas representaciones antropomorfas en barro y piedra de Asia Menor tienen ejemplos en el Sureste de Europa, donde en los inicios del VI milenio a.C. se conocen importantes manifestaciones culturales como la de Vinca y Karanovo. Ahí un alto número de figuritas antropomorfas, se acompañan de un sistema simbólico característico, y a partir del V milenio a.C. de un foco metalúrgico propio.

Figuras femeninas de cerámica. 3200 a.C. Vykhvatintsy, (Moldavia).

En los finales del s. XIX se empiezan a reconocer en España y Portugal figuras antropomorfas de enorme interés que se refieren en la primera mitad del XX como Ídolos, interpretándose como una referencia de la gran Diosa Madre Oriental. Se trata de un conjunto mueble de representaciones genuinas y esquemáticas del cuerpo y el rostro humano. De diversa naturaleza y forma se concentran en la mitad meridional de la Península Ibérica, constituyendo el mejor testimonio de creencias que, entre el 3300 y el 2500 a.C. compartían colectivos del Neolítico Final y el Calcolítico.

Escultura en placa de piedra, 3000 – 2500 a.C. Dolmen de Garrovillas (Cáceres)

Ídolo espátula en hueso. 4000-3000 a.C. Miradero, Villanueva de los Caballeros (Valladolid)

La «ama de Gavá». Figuras humanas con soles u ojos-soles fueron referentes ideológicos para las gentes neolíticas, localizándose testimonios en rellenos de minas excavadas para obtener diferentes materiales líticos: la de sílex de Casa Montero (Madrid) y las de piedra verde de Gavá (Barcelona). De mayor antigüedad (c. 5300 a.C.), la figura de la primera está muy fragmentada. Sobresale la llamada «Dama de Gavá»; (c. 3900 a.C.), sedente, con las manos cruzadas bajo los pechos y un rostro de nariz prominente y expresivos ojos-soles. Porta un collar y una espiga en la mano, además de brazaletes.

Venus de Gavá, Cerámica, 3900 a.C. Minas de Gavá-Can Tintorer (Barcelona)

En la fachada mediterránea de la península ibérica predominan los ídolos realizados sobre materias óseas: falanges y huesos largos. Ambos tipos proliferan en el Sureste. Las falanges faltan en el Levante peninsular, donde los huesos largos son característicos.

Ídolos betilo en piedra decorados. 3000 – 2500 a.C. Lisboa.

El detalle que ofrecen algunas de las realizaciones clasificadas como "ídolos" y la presencia de rasgos únicos hace pensar que podrían evocar más que a deidades a individuos, siempre dentro de códigos reconocibles en ámbitos territoriales concretos.

Únicas por su decoración geométrica, las placas de esquisto presentan detalles particulares como el collar que luce la de la Granja de Céspedes, que las individualizan. En el mismo sentido pueden interpretarse el carácter único que tienen los rostros que se observan en las expresivas placas en bajo relieve.

Placa escultórica de piedra, 3600-2500 a.C. Anta do Espanal, Estremoz (Ëvora)

La clasificación tipológica de los "Ídolos" se fijó en la década de los setenta del S. XX. Sus formas son en gran medida adaptaciones regionales de un mismo concepto: el cuerpo humano. El resultado final de la figura queda condicionado por la técnica y por la naturaleza del soporte. Se consigue modelando barro, esculpiendo piedra o tallando hueso, y también seleccionando piezas de morfología afín que proporciona la naturaleza. La manufactura puede ser sencilla, o ganar en complejidad para hacer más manifiesto el cuerpo, señalando la cabeza, las extremidades o los atributos sexuales.

Ídolo placa oculado de pizarra. 3600-2500 a.C. Granja de Céspedes, Badajoz.

Conjunto de ídolos espátula vinculados a un varón adulto del sepulcro colectivo de El Miradero, 4000-3800 a.C. Villanueva de los Caballeros, Valladolid.

Fueron elaborados sobre tibias de ovicapridos (con un caso sobre hueso humano) y depositado en los ajuares de los sepulcros megalíticos del interior peninsular. Los valles del Duero medio, Tajo medio y Ebro reúnen la mayor cantidad de piezas.

Ídolo falange, 3000-2500 a.C. Los Millares (sepultura 8) Santa Fe de Mondujar (Almería)

Figura femenina en barro, 3000-2500 a.C. Marroquíes Bajos, Jaén.

El círculo radiado, en alusión al astro es uno de los motivos más característicos del Neolítico antiguo en la península Ibérica. Su valor simbólico se sigue sin dificultad en etapas más recientes. Desde el 5.700 y al menos hasta el 2.200 a.C., incluso después, las imágenes solares son una referencia básica de los códigos culturales reflejados en objetos, abrigos rupestres, ortostatos de dómenes, estelas y menhires.

Es común que estos motivos aparezcan de dos en dos, a modo de ojos exagerados de manera muy expresiva, en la decoración cerámica de los primeros agricultores. Una relación entre vasijas y representaciones de cuerpos humanos ha sido reconocida en muchos vasos europeos. Algunos de los ejemplos más emblemáticos se conservan en la Península Ibérica.

Ídolo plano oculado en hueso, 3000-2500 a.C. Los Millares, Santa Fe de Mondújar (Almería)

El poblado Almizaraque domina un entorno de marisma. Valorado como una pequeña aldea con una decena de cabañas de planta circular un centenar de silos, la calidad de los materiales recuperados en excavaciones antiguas, revelaron la importancia dentro de los circuitos de intercambio. Se contabilizan 50 huesos largos decorados y 16 en preparación, en los que se estima como un taller parcial.

Ídolo oculado sobre hueso largo. 3000-2500 a.C. Almizaraque/Terrera Ventura, Cuevas del Almanzora, Tabernas, (Almería)

En el valle del río Serpis (Alicante) se constata un denso poblamiento hacia el final del Neoítico. Por la presencia de ídolos destacan dos asentamientos agrícolas que apenas distan 3 Km entre sí. Ambos se caracterizan por estructuras excavadas en el suelo. En Les Jovades los silos superan los dos centenares, localizándose ídolos planos en el relleno de algunos. Las cabañas se evidencian mejor en El Niuet, una pequeña aldea que estaría delimitada por profundos fosos segmentados. De ésta procede otro ídolo plano y tres oculados elaborados sobre hueso largo de oveja.

Ídolo plano de hueso, 3300-2700 a.C. Les Jovades, Cocentaina (Alicante)

Resultan propios de la vertiente mediterránea los llamados ídolos tolva en piedra y las representaciones tritriangulares aplanadas líticas y óseas. Las de piedra son características de Almería, mientras que las de hueso tienen una dispersión mayor que incluye Levante y a Andalucía Oriental. Entre las piezas únicas destacan los ídolos ancoriformes.

Los ojos-soles se muestran en estas tipologías, en vasos cerámicos y en algún objeto funcional como la pieza en madera procedente de la cueva Sagrada de Lorca.

Cerámica con decoración oculada ciervos, 3000 – 2500 a.C. Los Millares, sepultura 15, Santa Fe de Mondújar (Almería)

Ídolo cilindro oculado de Piedra.                                               







                        Ídolos cruciformes de piedra.





 

Ídolo cilindro oculado de piedra, 2900 – 2400 a.C. Valencina de la Concepción (Sevilla)







Ídolo placa con motivo oculado de pizarra. Tholos del Cerro de la Cabeza, 3000 – 2500 a.C. Valencina de la Concepción (Sevilla)





 

La imagen del cuerpo es tan esquemática como sencilla detallando en ocasiones la cabeza, las extremidades o el sexo. El rostro se muestra sobre los mismos soportes guardando un canon que atiende la representación abierta de los ojos enmarcados por cejas y líneas de tatuaje. Estos motivos acompañados de otros geométricos que pueden evocar el vestido se pintan o graban sobre placas y soportes cilíndricos pétreos, falanges y huesos largos, metales preciosos, madera, cerámicas y también en paredes de abrigos rocosos o de los monumentos megalíticos.

Ídolo antropomorfo de hueso. 2600 -2300 a.C. Valencina de la Concepción (Sevilla)

Hacia mediados del III milenio a.C. se generalizaron representaciones estandarizadas de forma humana más proporcionada, en barro cocido, en piedra o en hueso o marfil. Más propios del Suroeste peninsular, los llamados ídolos antropomorfos, sintetizan las tradiciones previas, recogiendo en la cabeza los ojos, la nariz, el cabello y las líneas de tatuaje facial, El cuerpo, desnudo de mujer u hombre (quizás con vestimentas pintadas que no se han conservado), muestra el cabello con líneas en zigzag en los laterales del pecho y con más profusión en la espalda, llegando a alcanzar la cintura, y los brazos cruzados sobre el sexo. Fracturadas en su mayor parte bajo las rodillas, las piernas erguidas, o ligeramente ladeadas, pudieron alzarse sobre los pies, o finalizar sin ellos, para encajar la figura erguida sobre algún tipo de soporte, a modo de pequeñas estelas.

Ídolo antropomorfo de marfil. 2600 – 2300 a.C. Perdigöes de Monsaraz (Evora)