Plaza de armas de la Habana vieja. En esta plaza se reunen diariamente los libreros de compraventa de libros usados, único recurso de la población ante el precio prohibitivo de los libros nuevos.

No encontré en toda la isla una librería, sin embargo los cubanos gustan de leer.

Catedral de la Habana.

En un pais comunista, la catedral normalmente está cerrada, sin embargo en ocasiones se abre para las ceremonias y afluye una gran cantidad de fieles.

Tuve la suerte de oir la misa del jueves santo, rodeado de religiosos de todas las congregaciones de la isla, vestidos, cada uno, con singulares hábitos.

En la plaza de la catedral, el ambiente es distendido y se mezclan los autóctonos con los turistas para beber un mojito o las bebidas embotelladas en la isla.

Balconada de una calle de la Habana vieja.

El congreso de Cuba. En los años cuarenta, en plena euforia económica de la islas, bajo la potestad americana, se construyó este edificio a initación del congreso americano.

Destaca la elevada escalinata de entrada a un hall de impresionante amplitud.

La joya del trasporte de la Habana: el "coquito". Fabricado a partir de una motocicleta, con tres ruedas y capacidad para llevar a dos personas en el interior del "huevo". Resultan especialmente agradables para traslarse por la ciudad y disfrutar del aire.

El medio de trasporte colectivo: el "camello". Un camión tractor tira de este peculiar remolque ideado para facilitar la entrada de las numerosas personas que lo utilizan.

Paisaje del impresionante valle de Viñales.

Este valle está rodeado de picachos de paredes verticales llamados mojotes, con una espesa vegetación de coloridas formas que le confieren un aspecto singular. La forma de los mojotes aparece en otros lugares del mundo, por ejemplo en valles de Vietnam y Tailandia, o en la bahía de Halong.

Vistas del valle de Viñales. El valle de los mil colores, donde se cultiva el mejor tabaco del mundo.

 

La Marina de Hemingway. Club de lujo en los años cincuenta y casi avandonado hoy en día, gracias a la prohibición del gobierno de no dejar embarcar a ningún ciudadano cubano sin autorización especial.

Sin embargo, los cubanos se las ingenian para salir a pescar a unos metros de la orilla, sobre cajas de poliespan y neumáticos.

Edificio de la embajada rusa. Con una actividad inusitada en las pasadas década, hoy día aparenta tener escasa presencia.

Julia cocodrilo dandy. El amor a los animales no tiene límite.

Cabañas en el recinto de un criadero de cocodrilos.

 

Sancti spiritus es un pequeño y exquisito pueblo en el centro de la isla. Su ambiente es totalmente colonial y se respira la tranquilidad del domingo permanente. En la fotografía, la plaza principal revela el cuidado de sus edificios.

Una tienda de ultramarinos en Trinidad, La escased de viveres es evidente y a eso se une la escased de gente que dispone de un poco de dinero para ir a comprar algo.

Plaza de Trinidad.

Plaza de Trinidad con la iglesia al fondo.

Una calle de Trinidad.

Calle de Trinidad con uno de sus coches característicos.

Cuba parece estacionada en el tiempo, cuando se ven los coches americanos que utilizan. La importación de vehículos quedó paralizada durante años, y aunque en la actualidad se encuentran modelos nuevos circulando, es muy superior el número de vehículos de los años cincuenta en circulación.

No se engañen por esta fotografía, la mayoría de los vehículos están en un estado impecable. El cubano tiene tiempo para cuidar su carro y le gusta. Además tiene el ingenio suficiente para reparar cualquier avería sin contar con piezas de repuesto.

Un grupo de escolares uniformados a la salida de la escuela de Trinidad.

Trinidad es música y danza a cualquier hora del día, debido, seguramente, a que es la ciudad más visitada, por su hermosura, de todo el interior de la isla.

Plaza de Cienfuegos. La ciudad respira un ambiente parisino.