A la llegada a El Cairo, nos alojamos en una alta habitación del hotel Sheraton, desde la que se oía de día y de noche el concierto de bocinas que daba un ambiente exótico a la ciudad. Debe la habitación, podía verse la isla de Gezirah, autentico centro de El Cairo.

Desde donde nos encontrábamos, podíamos ir al conocidísimo Museo Egipcio de la plaza Tahrir, en un corto paseo, sorteando el denso tráfico para cruzar las calles, y contemplando las falúas en las aguas del Nilo.

Luxor. Embarcadero. La gran cantidad de barcos que llegaron a estar viajando con turistas por el Nilo, hizo desarrollar una forma de fondearlos en paralelo para que ocuparan menos espacio. Los barcos están diseñados con una puerta en cada borda, enfrentadas, de forma que el acceso a cualquier barco se realiza a través de los barcos anteriores.

Las falúas están ligadas al Nilo y a Egipto. En cualquier momento y lugar, encontraremos una bella vista allí donde se dirijan nuestros ojos.

Embarcadero de Edfu y las calesas en fila esperando a que desembarquen los turistas.

La llegada de los barcos para visitar el templo del dios Horus, es esperada por innumerables calesas para trasportar obligatoriamente a los turistas. Los continuos tránsitos de los caballos, hace que sea una de las ciudades más sucias de Egipto.

Navegando hacia el sur. Para ir de Luxor a Asuan hay que pasar la represa de Esna, por eso los barcos zarpan de dos en dos, para entrar juntos en la esclusa y aprovechar al máximo la capacidad del recinto.

Escena cotidiana de laboreo en las riveras.

la travesía por el Nilo es de belleza inolvidable. Allí donde se dirija la vista hay un motivo para captar la imagen con una fotografía.

La actividad humana en Egipto se centra en la escasa franja de un kilómetro alrededor del Nilo. Las riberas están continuamente pobladas y las activades del hombre se suceden durante el viaje.

El viaje es una sucesión de sorpresas observando desde la borda.

La llegada a Asuan es anunciada por la presencia de las tumbas de los nobles del sur, coronadas por la tumba del Aga Khan.

En el año 1998 el turismo en Egipto sufrió una gran caída, provocando la parada de la casi totalidad de la flota de barcos turísticos por el Nilo. Si era penoso contemplar cientos de barcos parados y vacíos en Luxor, en Asuan los atraques estaban repletos de kilométricas filas de barcos utilizados en los años anteriores.

Si navegar por el Nilo es un espectáculo inolvidable, navegar por el lago Nasser es de una emoción indescriptible.

El paisaje cambia, de verde rodeado de vida al rojo de las arenas sin más vida que la presencia ocasional de algún cocodrilo.

Si alguien dijo que la puesta del sol en el desierto es de indescriptible belleza, imaginense una puesta del sol en el mar interior del lago Nasser.

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