Interior de la biblioteca de Alejandría. Se ha dotado de los medios más modernos al alcance de los lectores. Extraordinariamente espaciosa, está organizada en forma de terrazas para permitir la lectura con la luz natural que entra por el lucernario que se asemeja a un sol emergente. |
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Mezquitas en Alejandría |
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Después de visitar el oasis de Fayum, las pirámides de Hawara y El-Lahun, así como varios templos y tumbas presentes en el recorrido, llegamos a lo desiertos más espectaculares de la parte líbica del sahara: los desiertos negro, blanco y rojo así como el algo más distante gran mar de arena, inmortalizado en los relatos de exploración del conde Almasy, inspiración de la película "el paciente inglés". |
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La visita a los desiertos es obligatoria realizarla en los un poco destartalados vehículos 4x4 conducidos por beduinos de la localidad. Los desiertos negro y blanco, están formados por arena dura y superficies planas, lo que hace que la conducción no sea muy complicada y se puedan alcanzar altas velocidades. No es así para el desierto rojo cuya arena es una trampa para los vehículos y atravesar las dunas un peligro para su estabilidad. |
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El desierto negro combina sus colinas en forma piramidal recubiertas de basalto fragmentado en mil pedazos fruto de erupciones muy lejanas, con el espeso y traicionero fech-fech (arena de textura similar a la harina, que se concentra en enormes cantidades y son unas terribles trampas para los todo terreno). |
Estos desiertos están a una altitud por debajo del nivel del mar y contienen en su subsuelo gran cantidad de agua. En algunos sitios, se han producido pozos artesanos que expulsan agua caliente y altamente mineralizada, formando oasis y poblando de vida pequeñas zonas del desierto. |
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El final del desierto negro se continua con el desierto rojo, aunque las transiciones muchas veces son inexistentes. |
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El desierto blanco está formado por una base de roca caliza que los meteoros han ido labrando con el tiempo. En algunos lugares la se ha ido depositando arena, de modo que deja de apreciarse el suelo calizo. |
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En los bordes del desierto blanco, el resalte entre la arena y la piedra caliza, intensifica la belleza de la segunda. |
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Zona del desierto donde confluyen las tres tonalidades del terreno. |
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Nuestro vehículo tenía problemas de calentamiento del agua refrigerante y el conductor abandonó la formación con los restantes vehículos para buscar una ruta más suave. Con esta maniobra consiguió meterse en una zona de dunas donde resultaba casi imposible escalarlas con la escasa potencia del 4x4. Tras innumerables intentos de subirlas conseguimos llegar una zona llana, pero con el agua hirviendo, y después de algún susto en el cambio de rasante de la duna, que añadía el riesgo vuelque. |
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Afortunadamente, cuando el coche se paró, vinieron el resto de los vehículos en nuestra ayuda y pudimos proseguir el camino. |
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La llegada al corazón del desierto blanco se identifica por las formaciones rocosas en forma de hongos. |
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Otras formaciones se han creado por la erosión de colinas, formando formas caprichosa que se asemejan con objetos y animales. |
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Pináculos que se parecen a las chimeneas de las hadas de Capadocia, en Turquía. |
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En medio del desierto blanco hay una enorme roca blanca desde la cual puede contemplarse un inmenso campo de montículos blancos, que asemejan escollos sobresaliendo de un mar rojo. |
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La arena entre los pináculos es densa y dura y en muchos momentos el suelo se convierte en roca caliza, por lo que los vehículos pueden circular entre los montículos a gran velocidad. |
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La experiencia es excitante, pero no podemos dejar de pensar en el destrozo que se está ocasionando sobre el suelo, que impedirá su supervivencia para se contemplado por generaciones futuras. |
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Una formación semejando una moderna escultura de un beduino. Al fondo dos viajeros preparan la tienda de campaña donde pasan la noche en este paisaje ensoñador. |
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Un paseo al atardecer en el fantástico jardín del desierto. |
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En las cercanías de Dakhla se encuentra la colina de El-Muzzawaka con tumbas faraónicas de los nobles del oasis, algunas de ellas pintadas con motivos de gran belleza. Otras tumbas están abiertas y contienen todavía las momias de sus enterramientos originales. Más información sobre El-Muzzawaka aquí |
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El pueblo de El Qasr, un legado del pasado medieval que ha llegado casi intacto a nuestros días. |
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Conserva casi intacta su vieja medina medieval con sus casas de adobe, los dinteles de las puertas en madera de acacia llevan escritos la fecha, el nombre del propietario y en ocasiones el nombre del artesano. Ahí están la vieja mezquita del s. XII, la casa del califa, la madrasa, la prensa de aceite... todo en muy buen estado, como si la gente fuese a volver de un momento a otro, pero no será así porque todo ha sido abandonado para instalarse en la zona nueva, y ya tan sólo son reliquias del pasado. |
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El pueblo está habitado por escasamente una decena de familias, que se mantienen vendiendo productos artesanales a los escasos turistas que se aventuran a visitar esos parajes. |
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Dejando el pueblo de El Qasr, continuamos visitando tumbas y pueblos por los oasis de Dakhla y Kharga, hasta el templo de Dush, en las cercanías de Paris. Si, así se llama un pequeño pueblo en el confín sur del desierto, que en nada tiene que parecer a la capital de Francia. |
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Los siguientes días los dedicamos a ver nuevos enclaves en el valle de los reyes y en las Necrópolis de Assasif y Dra Abu el-Naga. |
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