En lo alto, dominando el centro de Amman, se encuentran los restos de su ciudadela, fuerte de los centuriones romanos. Alberga restos, romanos, bizantinos y islámicos iniciales (omeyas) algunos restaurados con ayuda de Cooperación Española, como este edificio del Vestíbulo o Sala de Audiencias, de extraordinaria belleza y gran parecido con las construcciones que se encuentran en Al Andalus.

Información sobre el vestíbulo

Museo Arqueológico de Amman
Este pequeño museo situado en la Ciudadela posee una interesante muestra de restos tomados en todo el país y que abarca el espacio temporal comprendido entre la prehistoria y el siglo XV.

En el museo, se pueden encontrar artefactos realmente interesantes: fragmentos de los rollos del mar muerto provenientes de Qumran, rollos de cobre, cabezas amonitas y estas estatuas de Ayn Ghazal del periodo neolítico. Este sitio arqueológico se encuentra en la periferia norte de Amman, al borde del valle ez-Zerqa. Las estatuas de arcilla se remontan a la mitad del milenio VII a.C.

 

Los egipcios fueron los inventores de una curiosa forma de fabricación barata de sarcófagos, que permitieran llevar la inmortalidad a las clases medias que no podían pagar los costosos sarcófagos de piedra.

Se fabricaban en serie recipientes capaces de contener cualquier cuerpo, y se personalizaban con una tapa, fabricada con la imagen del difunto. Además tenían la ventaja de poder alojar varios cuerpos en su interior.

Fueron los fenicios los que recogieron este sorprendente adelanto de la tecnología y lo propagaron por todo el mediterráneo, cambiando el aspecto egipcio del rostro de la tapa por otro helénico.

En el museo, encontramos estos sarcófagos antropoides de tumbas de Amman (siglo X a.C.) que muestran la aceptación que tuvo este tipo de enterramientos.

Castillo de Harranah, en el desierto.
Saliendo de Amman en dirección este, nos adentramos en una inmensa planicie desértica donde se encuentran decenas de castillos, construidos entre los siglos VII al XI, utilizados unos como caravanserais, otros como pabellones de descanso y algunos de ellos como fuertes militares para la defensa de sus territorios.

Puerta de acceso y patio interior del magníficamente bien conservado castillo de Harranah

 

Castillo de Amra, en el desierto.
Protegido por la UNESCO, este pequeño castillo es un ejemplo de lo que pudo ser un pabellón de descanso Omeya. Cada centímetro de su interior está decorado con frescos de la primera época del Islam, con escenas bíblicas, de caza e incluso eróticas.

Castillo de Azraq.
En el inicio del desierto más duro, se encuentra este castillo, donde pasaba meses el héroe británico Lawrence de Arabia. Su origen se remonta a los asentamientos romanos de la época de Diocleciano (siglo III d.C.). La solidez de las negras piedras con la que está construido, hace que halla llegado casi intacto hasta nuestros días.

Vista del patio central desde el interior de torre de guardia que se encuentra sobre la puerta de entrada. Esta fue la habitación que sirvió de residencia a Lawrence de Arabia mientras planeaba las acciones contra los turcos, en se apoyo al que sería rey de Jordania.

En la actualidad, la fortaleza se extiende alrededor de un gran patio central, en el que se encuentra una antigua mezquita.

 

Información sobre estos castillos del desierto

Monte Nebo
El Monte Nebo es el legendario lugar donde Yahvé mostró a Moises la Tierra Prometida, tras 40 años de peregrinación por el desierto y cruzar el Mar Rojo. También es el lugar donde se piensa está enterrado. Es impresionante la vista sobre el Valle del Jordán, el Mar Muerto, el desierto de Judea, y la localidad de Jericó. En dias claros se puede divisar Jerusalem, Belén y el lago Tiberias.

Vista desde la explanada de acceso a la iglesia de Moisés. Al fondo se aprecia la cruz, bajo la cual todavía persiste la tribuna desde la cual contempló el valle Juan Pablo II durante su visita.

El interior de la iglesia de Moisés se ha convertido en un museo con los numerosos restos encontrados de todas las épocas.

El baptisterio del sur, reedificado en la época del abad Martirio y del obispo de Mádaba, Sergio (año 597).

El mosaico del diácono-baptisterio bajo la nave del norte. Las escenas de caza y de pastoreo fueron plasmadas por los artistas Elia, Soelo y Kaiomo en el año 531.

Camino hacia el sur por la carretera que bordea el desierto. Para llegar a Al Karak es necesario atravesar esta profunda depresión por una carretera colgada en el abismo.

Castillo de Kerak
Llamado Le Crac de Moab, fue reconstruido entre 1142 y 1161 por Pagano el Mayordomo y por la familia de la nobleza de los De Milly. Fue reconstruido por los ayubíes y mamelucos, pero aún conserva algunos sectores originales.

Salón cruzado en el piso inferior

Información sobre el castillo

Wadi Rum
El desierto de Wadi Rum es una visita obligada, junto con los impresionantes speos de Petra, para los viajeros por Jordania. A escasos 100 kilómetros al sur de Petra, se encuentra uno de los desiertos más bellos del mundo.

Sus arenas, de vivo color rojizo, destacan en los valles de escarpadas colinas que se continúan formando el desierto de Arabia, y que han sido escenario de las aventuras de personajes como Lawrence de Arabia y de multiples películas de Hollywood.

Los Beduinos de Wadi Rum siguen practicando costubres nómadas, en busca de pastos para sus rebaños de ovejas y cabras.

La belleza del paisaje no es el único atractivo de estos valles, en ellos podemos encontrar abrigos con pinturas prehistóricas e incluso inscripciones en grafías de desconocida procedencia.

Cañones, desfiladeros, puentes de piedra, rocas veteadas de colores y un mar de dunas rojas, ocasionalmente horadadas por las huellas de los vehículos, componen un paisaje lleno de esplendor. Los amantes de la naturaleza encontrarán toda la plenitud del valle durante la primavera en que las lluvias hacen surgir manchas de vegetación donde crecen anémonas o amapolas.

Si vas en un viaje organizado, podrás disfrutar escasamente dos horas del paseo por los valles. Si quieres permanecer durante más tiempo, es preciso contratar un recorrido privado en la recepción de entrada, y contar con buenos recursos para pagarlo. De esta forma, podrás acampar por la noche, e incluso practicas ascensiones a alguna de las moldeadas montañas.

La única forma de explorar este bello lugar es la plataforma de un destartalado vehiculo 4x4, conducido por algún guía beduino. La incomodidad del viaje bien merece la pena por contemplar sus fantásticas vistas.

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